Bagan es una zona de 41 km2 rebosante de templos y pagodas, la mayoría construidos entre los siglos XI y XIII y otros más modernos pertenecientes a familias que los construyen para recordar a sus difuntos. Consta de tres núcleos principales, Nyaung U, Bagan Antiguo, Nuevo Bagan.

Llegué a Nyaung U después de 7 horas en autobús desde Mandalay. Un viaje por carreteras sin asfaltar, caminos de tierra, atravesando lechos de ríos, lo extraño es que el autobús no se desvencijara. El polvo nos acompañó todo el trayecto, eso unido al calor y a las más de 70 personas hacinadas (como en los buses de la India) hizo que algún pasajero lo pasara realmente mal. En Nyaung U te esperan todos los representantes de los diferentes hostales y guesthouse que te llevarán al que tenga la mejor comisión. Un tanto agobiante por la cantidad de gente, pero sólo se necesita armarse de paciencia y encontrarás un lugar excelente y a muy buen precio.
Para recorrer los senderos y caminos puedes alquilar una bicicleta (1€/día) un horse car o simplemente caminar. Conviene ir provisto de agua en abundancia y algo de comida ya que los caminos de tierra y el sol pegando fuerte te puedes deshidratar muy fácilmente. Uno de los días, exhausto por la caminata, me paré a comer en un restaurante enfrente del museo arqueológico, el Koung Mon Restaurant. Regentado por una ex profesora, la señora Daw Myat Mon, no solo me ofreció su hospitalidad, compañía y conversaciónn en el restaurante, sino que me invitó a cenar con su familia en su casa, le tuve que caer bien ☺
Su casa, humilde pero acogedora con un pequeño porche antes de entrar a la sala de estar y comedor, donde pasan la mayor parte del tiempo viendo la televisión tumbados sobre las alfombras de bambú en el suelo de tierra. La cocina en uno de los laterales del salón, repleta de pequeños utensilios de cocina y platos, los vasos y recipientes diminutos de plástico tampoco faltaban. En la parte de atrás estaban los dormitorios. Rodeado de su familia, la abuela, los nietos, hermanas, la verdad es que me sentí como en casa, aunque un tanto violento ya que todos me observaban mientras cenábamos, y solo la señora Daw Myat y su hijo adolescente hablaban inglés. La cena, una Tiger, carne al curry, verduras y pescado rebozado. Me entregaron una carta para traerla a España, para una pareja de Asturias que los había visitado y que había colaborado económicamente con ellos. Sin embargo a mi no me pidieron nada de dinero, sólo conversamos querían conocer cómo es España, su cultura, comida, cómo es la universidad, etc.

Durante un par de días estuve recorriendo los templos y pagodas. En la mayoría de ellos me encontré con vendedores de piezas de artesanía local, sobre todo pinturas, objetos lacados y figuras de madera. Éstos se resguardan del sol en los templos y una vez que te han visto van a por ti! Si te acompañan en la visita al templo y te van explicando orígenes, relieves e historia exigen una propina, así que hay que dejar muy claro desde el principio si deseas su servicio. Fue en uno de los templos, donde conocí a un chico birmano llamado Mu Mique que subió conmigo hasta la cima del templo por pasadizos bastante estrechos y escaleras empinadas, eso si, mereció la pena por la vista desde la cima del templo, casi toda la extensión del valle. Los caminos son como un laberinto por los que te orientas al ver los templos y siguiendo el plano. El último día después de caminar durante todo el día y casi exhausto me recogió un birmano en coche, sin que yo estuviera haciendo autostop, que me acercó al hotel, gracias a él me ahorré otra hora de camino.
Estos son varios de los templos que visité, espectaculares, tanto vistos desde fuera como una vez dentro toda la decoración, artesanía, relieves. Como decía en la mayoría te encuentras con vendedores, que además tienen sus frases hechas perfectamente aprendidas; “bueno, bonito, barato. Chico guapo. Cómo estás…” templo Nagayon, templo Nanpaya, Mingalazedi, templo Thatbyinnyu, templo Ananda.
Mi estancia en el Kaday Aung Hotel donde por 15USD tienes un bungalow con aire, baño y nevera, aunque el colchón está en el suelo. Excelente trato, puedes gestionar billetes de autobús o barco, cambiar efectivo y además tienen alquiler de bicicletas para recorrer la zona de templos. Disponía de una pequeña piscina donde relajarte leyendo el libro que me llevé para el viaje o simplemente escuchando, el silencio.
La salida del bus hacia el lago Inle era a las 4 a.m. así que el madrugón fue considerable. Llegué a Nyaungshwe 10 horas después de un recorrido agotador. En el bus iba con dos alemanes, dos italianos, una chica polaca y varios locales. La carretera que atravesaba las montañas hacia Kalaw, en una subida de casi un único carril, con curvas imposibles y con varias paradas para refrigerar con agua los motores. Finalmente sólo un monje durante el viaje fue el “agraciado” al devolver por la ventanilla, vaya espectáculo…
Lago Inle, son 22km de largo y 11km de ancho. Situado a 875m sobre el nivel del mar, a su alrededor hay unas 17 aldeas construidas sobre pilares en el lago habitadas por los intha. Es una zona reservada por lo que hay que pagar a la entrada del pueblo 5USD. El principal reclamo turístico son el lago y los pueblos que están alrededor. También las zonas de cultivo y arrozales pantanosos que bordean el lago. Hay varias kyaung budistas y stupas.

Para recorrer la zona del lago y alrededores hay varias opciones, la más sencilla es alquilando una barca que te llevará navegando por el lago. Está bien si el lago tiene suficiente agua para adentrarse y llegar a las aldeas sobre pilares. No hay problema para alquilar una barca, hay cientos, una vez en el pueblo paseando por el margen del río te asaltan los propietarios de barcas y vendedores para ofrecerte recorridos. Otra opción, que fue la que elegí, es la bicicleta ya que tienes la libertad de moverte por donde quieras, recorriendo los campos de arroz y caminos, aunque exige cierta condición física.
Hay que pararse en uno de los pueblos que hay en medio del lago. Siguiendo la carretera principal se llega a través de un largo embarcadero que sale desde el lado derecho de la carretera. Al final hay que coger una barca para llegar a las casas. El sistema de remo es muy curioso ya que lo hacen de pie en la barca y con una pierna mueven el remo sujetándolo con otra mano.
Aquí, en la tienda Golden Net de vestidos tradicionales compré unas muñecas con vestidos tradicionales birmanos. Merece la pena entrar.
El restaurante Miss Nyaungshwe puedes saborear pasta, platos chinos, crepes y platos bamar. Aunque, lo mejor es callejear por la ciudad y degustar platos bamar en algún restaurante con buena pinta.
La estancia en el Teakwood house, agradable guesthouse, con habitaciones por 20USD con baño, aire y mosquitera. Aquí ojo, porque hay que pagar las habitaciones por adelantado. Las vistas de la puesta de sol son soberbias.

De esta forma se terminaba mi viaje por Myanmar, no llegué a embadurnarme la cara con thanakha (la cera local que se utiliza como protección solar/maquillaje), pero si encontré algo que no olvidaré en toda mi vida, algo que me ha hecho tremendamente feliz y que durará siempre. Descubrí además un país y un pueblo maravilloso, hospitalario, orgulloso, sencillo, auténtico, inocente. En los días de mi partida se liberó a Aung San Suu Kyi, y además fueron semanas de elecciones. Aunque nada cambió en aquellos días si fue el principio del fin del régimen. Esperemos que en los próximos años continúe su evolución hacia la democracia.
Myanmar me recordó la razón por la que me apasionan los viajes. Quien nunca ha salido de su país está lleno de prejuicios (Carlo Goldoni)