Hemos instaurado los días de S. Santa como de turismo conoce España, el año pasado fuimos por la zona de Teruel (Alcorisa, Alcañiz, Teruel) y este año ha sido por Galicia. Además era el momento ya que era una comunidad desconocida para mis amigos y Carlota.

El camino de ida fue como pasar un año completo a través de todas las estaciones, tuvimos lluvia, viento, nieve, sol, niebla…pero eso también le dio un puntito de emoción. Paramos a desayunar unas tremendas barritas con aceite y tomate en Adanero, totalmente recomendable ya que además de buen servicio el establecimiento estaba muy limpio.
Hacía casi diez años que no volvía por Coruña y me llevó un tiempo volver a situarme y orientarme. Nos alojamos en el Hotel Moon. Nuevo, se notaba que estaban de estreno, con una ambientación de fotografías, paneles y luces con referencias a motivos lunares. De noche las luces le dan un aspecto de club. Recomendable, limpio y acogedor.

Las chicas solo querían comer bichos, es decir, marisco, sin embargo Kevin y yo buscábamos algo más contundente, y la carne gallega lo es. Así que finalmente los cuatro, forzados por la hora y el hambre nos decantamos por el plato especial en el restaurante La Tabernilla que era una buena chuleta acompañada de pimientos de padrón, patatas y ensalada…ya estoy salivando otra vez!!
El turisteo, es esa actividad que te hace deambular sin rumbo, mirando escaparates y reparando en detalles que normalmente no harías. Hice un esfuerzo por recordar que podría enseñar a mis amigos así que un paseo por la Plaza de María Pita, las calles del centro, los cantones y las playas del Orzán y Riazor. Para la cena y esta vez si ganaron los “bichos con patas” una buena mariscada en O Galego 46€ por una mariscada para dos, pero que comimos tres acompañado de su albariño. El local pequeño, típica tasca donde se está apretado pero se come de lujo. Nada mejor que una copa para hacer la digestión, y para eso fuimos a La Postrería un local donde además de tomarte una copa puedes degustar una gran variedad de postres, mezcla la decoración de interiores y la cocina dulce con música comercial.

Dejamos Coruña al día siguiente, camino de Santiago de Compostela y nos despedimos con lluvia que nos acompañó durante todo el trayecto de 45min. por la A9 a Santiago, que aún en un día nublado, lluvioso y con frío es majestuoso con su Catedral y edificios históricos.Es un lujo poder perderse entre sus calles empedradas y repletas de historia, tomarse una caña en alguno de sus bares y cafeterías, el ambiente universitario y de peregrinos rezuma en todas sus esquinas. También el número de tiendas de souvenirs es grande, lo que le quita algo de encanto, pero son necesarias.
En una de las calles que salen desde la plaza roja, comimos en La Parrillada Criolla, donde empezamos con un caldo gallego y terminamos con un churrasco mixto completo. La asistencia de familias nos aseguraba el éxito, y efectivamente buena comida, buen precio y excelente servicio (aunque se saltaron los chupitos).

Para quemar tanta proteína recorrimos el la zona vieja de Santiago, plaza del Obradoiro y Quintana, calle Franco, etc. Obligada la entrada en la Catedral y admirar su magnífico retablo y visitar los supuestos restos del apóstol. No fue posible ver el botafumeiro funcionando con todo su esplendor, espero que la próxima vez podamos.
La cena en O Sótano a base de raciones. Un local con el típico ambiente de tasca y auténtico. Curioso el camino que hay hacia los baños, y un tanto incómodo si llueve. Las raciones un tanto escasas.
Como no podía ser de otra forma, el frío, la humedad, la lluvia producían una sensación térmica tan baja que nos hizo desistir de cualquier intento de disfrutar la noche compostelana, así que retirada al hotel. Era el Hotel Hesperia Gelmirez que aunque tuviera un aspecto y decoración de los noventa estaba impecable, limpio y acogedor.
Nuestro destino final antes de regresar por Lugo es mi debilidad, la costa de Lugo. Un paso relámpago por Mondoñedo, de donde era “O Rei das tartas” nos permitió adentrarnos en un típico pueblo gallego del interior, sosegado, amable, tranquilo que acoge a sus visitantes con cariño y les regala la relajación y la cercanía de conocerse entre todos.

Comida en Foz, con vistas a la playa de A Rapadoira después de un paseo por la zona de la playa. El restaurante Costumes do mar tiene buenas vistas hacia la playa, menús completos con arroces caldosos, marisco, carne a la brasa.
Obligatorio visitar la playa de As Catedrais en Ribadeo. Existe además un paseo por la costa que permite admirar los acantilados, las playas en el horizonte y las olas al romper contra la costa. Una zona perfecta para tomarse algo en alguno de los restaurantes de la costa, pasear por las playas y envidiar el pasar unos días en alguna de las casas con vistas al mar. Desde aquí camino de Lugo donde mis padres nos esperaban ansiosos, mi madre adora tener gente en casa y más a mis amigos.

El año que viene, nuestro destino nacional será…